Atención al cliente info@onlyartravel.com | OPINIONES
Viajes y visitas guiadas  de arte

¡Suscríbete!

ROBERT DOISNEAU: La belleza de lo cotidiano.Fundación Canal. Hasta 8 de enero 2017.

 

La Fundación Canal, en Madrid, apuesta fuerte por la fotografía, y nos ofrece una muestra dedicada a Robert Doisneau: La belleza de lo cotidiano. La exposición reúne 45 años de creación fotográfica, un total de 110 fotografías, que demuestran, una vez más, que  la fotografía es el arte de la ilusión, incluso en las escenas más cotidianas.

Por Marina Pascual

La Fundación Canal se alza una vez más como parada imprescindible para los amantes de la fotografía. Si hace unos meses disfrutábamos con la retrospectiva de Vivian Maier, haciéndonos partícipes de la magia y a la vez cotidianeidad que desprendían las obras de una de las fotógrafas más enigmáticas de los últimos tiempos; ahora, y hasta el 8 de enero, acercarnos a la Plaza de Castilla de Madrid vuelve a ser indispensable si buscamos sumergirnos y formar parte del maravilloso universo de Robert Doisneau.

robert-doisneau-xlsemanal-fotos

Autorretrato con Rolleiflex. 1947

Volvemos a toparnos con una de esas figuras que apetece conocer de principio a fin, de esas que enamoran a la vez que atrapan con instantes captados en el momento justo, en el momento más apropiado y a la vez menos esperado. A modo de anticipo y al comienzo de la exposición, nos encontramos con la fiel compañera de Doisneau, la que desde sus primeros años le acompañó y ayudó a empapar sus fotografías de un sentimiento y una sensibilidad incomparables. Su primera cámara, una Rolleiflex con la que poco a poco,

y de forma autodidacta, fue ganando confianza y encontrando su lugar en el mundo de la fotografía. De este modo, comenzaba la andadura de un artista caracterizado por un estilo fresco y humanista que desde los años 30, documentaría pequeñas parcelas de realidad sobre las que una sociedad en continuo movimiento iría dejando huellas y vivencias.

Dos años antes de su muerte, el 30 de enero de 1992, en una carta que escribía a Peter Hamilton, Doisneau afirmaba lo siguiente:

[…]Mis ojos recién estrenados tenían una visión muy clara de la gente y de su entorno y quería compartir esta alegría visceral con otros como yo, ya que los bohemios refinados no querían saber nada de mí. En aquel ambiente banal que era el mío, llegué a percibir fragmentos de tiempo donde el universo cotidiano parecía liberarse de su fealdad. Mostrar tales momentos podría llenar una vida entera. […]

Y sin duda alguna, así fue, estas fotografías llenaron su vida entera, fueron de un modo u otro la pervivencia de su esencia, de su peculiar modo de mirar, entender y plasmar el mundo. Cuando antes aludíamos al hecho de retratar una sociedad en continuo movimiento, nos referíamos precisamente a esta forma de observar el entorno, a ese movimiento entre la realidad y la ficción en el que bailaba sin esfuerzo Doisneau, esa dicotomía y contraposición de sentimientos de los que están impregnadas sus fotografías y, sobre todo, ese empeño por hacernos sentir y ver el mundo de la manera en que a él le hubiera gustado que fuera, con una mirada atrayente. Original y rebelde, fácilmente reconocible.

 

Buscaba en todo momento lo nuevo, la experimentación; expresado en sus propias palabras: […] tenía que mojarme, sumergirme en la vida de la gente a la que estaba fotografiando.[…] Siguiendo esta premisa, y haciendo eco de esta actitud, adquirió un semblante retratístico sin igual que confirió a su fotografía de la más sincera y rebosante verdad, convirtiéndola en un espejo de su clase social de la forma más polifacética posible. Lejos de la monotonía y la realidad conformada a base de normas e imposiciones sociales, Doisneau defiende a ultranza la creación de un mundo enteramente imaginario. Como él mismo afirmaba en 1990:

[…]El mundo que intentaba mostrar era un mundo en el que yo me sentiría bien, en el que la gente sería amable y en el que encontraría la ternura que deseo recibir. Mis fotos eran como una prueba de que este mundo puede existir.[…]

La exposición reúne 45 años de creación fotográfica materializados en un total de 110 fotografías. Por tanto, nos encontramos ante una ocasión única para profundizar en la pluralidad del artista. No sólo de apreciar sus obras más emblemáticas, aquellas que como El beso frente al Hôtel de Ville (1950), se han convertido en imágenes icónicas y populares, repetidas y comentadas hasta la saciedad, admiradas y reproducidas en un sinfín de ocasiones; sino que podremos apreciar del mismo modo, aquellas obras menos conocidas y divulgadas.

copia_de_robert-doisneau-noticia

El beso frente al Hôtel de Ville. 1950

Y no solo eso, la exposición, -comisariada por las hijas del artista, Annette Doisneau y Francine Deroudille-, aúna de forma complementaria collages, material personal del artista y publicaciones que hicieron referencia al fotógrafo durante los años en los que trabajó con mayor intensidad, como las revistas Fortune o Life.

En cuanto al diseño de la exposición, podemos distinguir dos partes diferenciadas. Comenzaremos la visita realizando un agradable paseo por el París más anecdótico, aquel que únicamente supo captar Doisneau, y que a través de las miradas de sus protagonistas, podrá conocer y admirar todo aquel que al sumirse en las envolventes salas de la Fundación Canal, quiera formar parte del universo que él inmortalizó.

Rodeados de fotografías en blanco y negro, nos trasladaremos de forma inmediata al París de los niños, de las fábricas y el extrarradio, de la campiña francesa, la gente del espectáculo, de los cafés y de las fiestas… pero sobre todo, nos trasladaremos al París de Robert Doisneau. Su día a día. El París que él veía cuando decidía pasearse por las calles de esta transitada ciudad o cuando decidía sentarse en un banco a esperar el momento indicado: un momento cómico, feliz… un momento en el que él se sintiera a gusto. En múltiples ocasiones hemos oído decir que la fotografía es el arte de la ilusión, y eso es sin duda alguna lo que captaba Doisneau con su cámara fotográfica: instantes cargados de ilusión, diferentes y únicos.

Finalmente, la exposición da un giro que el visitante no espera. Acostumbrados a sus fotografías en blanco y negro, apreciamos ahora una explosión de color a través de la sección Palm Springs (1960) con obras quizá mucho menos conocidas. Son imágenes pictóricas en colores pastel que configuran su primer trabajo fotográfico en color, 30 fotografías publicadas en la revista Fortune en febrero de 1961.

Hasta 1960 no había visitado Estados Unidos, pero este encargo hizo que acudiera allí para realizar un reportaje en los campos de golf de Palm Springs, en el desierto de Colorado. Descubrimos a través de estas fotografías a un Doisneau enamorado del color, de la ironía, el sarcasmo y la alegría que desprenden estas imágenes californianas. Son realmente distintas a lo que habíamos visto con anterioridad, pero no hay duda de que siguen formando parte de esa visión ilusoria de la realidad, de esa concepción que el fotógrafo tenía de la vida sin un plan establecido. La vida como una improvisación diaria repleta de humor y fantasía.

onlyartravel

"Trackback" Enlace desde tu web.

Deja un comentario




info@onlyartravel.com
Contacto
Opiniones