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BRUNO MUNARI. ¿Por qué no hay que perdérsela? HASTA EL 22 DE MAYO.Fundación Juan March.

         

Por la insistencia de dos compañeros, profesor él y profesora ella, fui a la muestra de la Fundación Juan March dedicada a Bruno Munari, que de primeras no me había atraido,  seguramente por mi desconocimiento de este artista. El éxito estaba garantizado, pues la recomendación venía de dos personas muy creativas e inquietas.  

Fui, disfruté, indagué, me dejé sorprender,  por ese espacio lleno de creatividad y de artilugios imposibles, y al salir me dije: ¿y ahora cómo cuento yo esto? Cuando visito una exposición, una ciudad, un museo, parece que no completo el disfrute si no lo cuento de alguna manera.    

El reto era dar razones,  a quien me lea, de porqué   no hay que perderse la exposición de la fundación Juan March Bruno Munari. Tarea nada fácial, debido al polifacético artista italiano, considerado por Picasso como el Leonardo del siglo XX.

                                     “Complicar es fácil, simplificar es difícil”

Y esta es quizás la primera de esas razones: lo poco conocido que es en nuestro país este diseñador, pintor, escultor, autor de libros, además de pedagogo y maestro que ocupó casi todo el siglos XX.  Su inquietud le llevaba a experimentar continuamente, como podemos ver en la variedad de obras de la exposición, unas 300, entre  pinturas,  esculturas cinéticas (móviles),  publicidad, diseño industrial, juegos y  literatura infantil que  componen este universo Munari, obras todas ellas que derrochan ingenio e inventiva. La muestra consigue un relato muy adaptado a su autor, no es una mera contemplación de sus obras, la organización de las obras y los materiales de Munari  se ha hecho  no en orden cronológico, sino conectando los diferentes lenguajes de los que se ha servido el artista milanés.

HABITACOLO. B. MUNARI F.Juan march Onlyartravel

Todo ello responde a su idea de que el arte debía ser portátil, y útil. La Fundación Juan March y sus organizadores han conseguido un ambiente fresco, como su obra, que comparte espacio con la de los alumnos y visitantes que participan en el laboratorio Munari. Un arte participativo, interactivo, como él lo vivía. Sirvan como ejemplos:  Silla para visitas brevísimas,  un asiento planteado de forma ingeniosa,  las ‘Esculturas de viaje’,  que comenzaron como pequeñas figuras (algunas incluso del tamaño de bolsillo) para llevarlas contigo, o para que pudieras llevar parte de tu propia cultura a una habitación de hotel anónima. Posteriormente se convirtieron en “esculturas de viaje” de cinco o seis metros de altura y fabricadas en acero;  y los Tenedores parlantes, Munari transforma una simple cubertería en una serie de artefactos de una expresividad pasmosa, todas ellas muestra de su humor e ironía.

                  “El huevo es una silueta perfecta, aunque esté hecha con el culo”           

Bruno Munari nació en Milán en 1907 y vivió 91 años cargados de creatividad e imaginación, y también de método (conceptos metodológicos esenciales en el trabajo de Munari: el tiempo, la ligereza, la experimentación y la contemplación) . Se trata de la primera retrospectiva que se organiza en España, a la que en un primer momento quisieron llamar  (como lo habría hecho el propio artista ) “exposición colectiva“, dadas las múltiples facetas que contine la obra de este artista, título descartado por no dar pie a equívocos.

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Pero…¿Quién fue este artista milanés? y sobre todo ¿por qué no hay que perderse esta exposición? ¿Por qué nos da la sensación de su figura sigue siendo muy actual?

«El mayor obstáculo para apreciar una obra de arte es tratar de entenderla».

Le podríamos definir como un experimentador continuo, inquieto, un creador incansable e irreverente que intenta  enseñar a vivir mejor a las personas, de simplificar y crear entornos versátiles.  Un gran conocedor de los nuevos materiales que el siglo XX ponía a su disposición en su trabajo de diseñador industrial (trabajó para casas como Olivetti, Pirelli, Swatch y sobre todo la editorial Mondadori). Siempre vestía igual, chaqueta gris, camisa blanca, sin atender a las modas,  y aplicaba el humor y la ironía a toda su obra, no carente de una crítica feroz y sutil a la vez. 

Firme defensor de la curiosidad y la imaginación, Bruno Munari consagró su vida a explorar los límites de las cosas, desde el tiempo a la percepción del entorno que nos rodea. 

Sus inicios fueron en el diseño industrial, junto a su tío y pronto entra en contacto con los futuristas de segunda generación, con los que comparte su admiración por el movimiento y la máquina, que se convertirán en sus dos temas dominantes a lo largo de su atípica carrera arística. Esta parte de su recorrido la vemos al inicio de la exposición, junto a los primeras escultura cinéticas, que Marcel Duchamp bautizó como “móviles” en torno a 1930. (Alexander Calder estará creando ya móviles en 1931,  por lo que se podría considerar a Munari un precursor).

“He tratado de comunicar lo que los demás no ven: un arco iris de perfil, por ejemplo”

Esta relación con lo futuristas, y más adelante con los surrealistas, le hará interesarse toda su vida por las máquinas (Máquina Aérea), aunque las denomine él mismo como Máquinas Inútiles, le sirven para seguir experimentando, seguir investigando sobre obras de arte en movimiento, objetos supendidos donde todos los elementos están en una relación armónica entre sí por sus medidas, formas y pesos.

Entre 1939 y 1945 trabajó como director artístico de la revista Tempo, y diseñados gráfico de Mondadori. En esta época, al leerle cuentos a su hijo Alberto, se dio cuenta de lo aburridos que eran los cuentos infantiles, comprados y hechos siempre por adultos, sin sorpresas, apagados, sin atractivo. Comenzó a romper otra vez los límites, dejando a un lado la estructura clásica y crendo lo que hoy llamamos pop-up, con desplegables. Además pensó en los niños que no saben leer, creando los llamados Pre-libros, basados en una experimentación más sensorial. En todo este terreno editorial infantil era de nuevo un precursor, y ya sabemos que este éxito marcó tendencia. Hay varias muestras en la exposición que merece la pena mirar con detenimiento.

LIBRO ILEGIBLE

Como autor de libros infantiles destacan títulos que ya lo dicen todo: 

Caperucita roja, verde, azuly y amarilla: Las caperucitas, son niñas muy espabiladas, que además cuentan con muy buenos y eficaces amigos, así que siempre dejan al lobo con las ganas, donde los colores  juegan un papel importante, creando ambientes diferentes: verde -la naturaleza salvaje del bosque-; amarillo -la ciudad ruidosa-; azul -el mundo marino-; hasta llegar al blanco, en el que la ausencia de color hace desaparecer las ilustraciones y los personajes no llegan ni siquiera a encontrarse. 

Toc-toc, ¿quién es?. Abre la puerta (técnica de pop-up y paper- cut), Bruno Munari revolucionó el mundo editorial creando categorías inexistentes.

Dibujar un árbol: con influencia de la cultura japonesa, de manera muy simple, explica en este libro con términos claros y simples cómo son los árboles y la manera de dibujarlos.

A partir de los años 50 seguirá experimentando con otras disciplinas: el cine, la luz, como una  reflexión sobre las metodologías didácticas de la comunicación visual. (Los colores de la luz), para seguir traspasando límites. También ofrece la muestra su pecualiar visión del tiempo, con unos relojes que dan la hora de un modo diferente. Rebasando  esta vez la cuarta dimensión.  

RELOJ IMPOSIBLE. B.MUNARI. F. Juan March. Onlyartravel

Bruno Munari  fue ante todo maestro, más que pedagogo, sirviéndose siempre del juego,  ha sido un visionario que creó objetos y obras pensadas y diseñadas, en muchos casos, para la infancia. Lo que no era habitual en su tiempo. En los años 70, en plena Pinacoteca Brera de Milán, un sitio muy serio, ya había creado talleres para niños. Animaba a los espectadores a intervenir, a interactuar, a mantenerse niños mientras eran adultos. No entendía que los museos y galerías no fueran espacios abiertos a los niños, para recuperar la mirada infantil, impulsada por la curiosidad y la libertad de descubrir. El arte debía ser ante todo accesible. Una mezcla de enseñanza creativa y pedagogía. Como pedagogo defendía una idea de lo más actual: pretende que aprendamos a partir de nuestros propios conocimientos, de la experimentación.

 En los años 70  publicó varios libros que hoy en día se estudian en las escuelas de arte y diseño. Además de escribirlos, como buen diseñador, participaba de manera directa en su configuración y diseño. Durante toda su vida, Bruno Munari tuvo una meta: la búsqueda de formas de simplificar y calificar el proceso del diseño, llegando a apostar por una educación en el diseño que comenzara en las guarderías. 

Ha regalado al mundo libros artísticos, libros infantiles, manuales, ensayos técnicos, textos escolares, cartillas publicitarias… Una amplia obra literaria con contenidos para todos los públicos: desde niños hasta profesionales del diseño, pasando por estudiantes universitarios y recién licenciados.

En toda la obra de Munari vemos una belleza y simplicidad que él a su vez admiraba de los japoneses. Viaja con frecuencia a Japón y muestra interés por el espíritu zen. Este amor a la simplicidad lo relaciono yo con una idea que defendía,  la revolución debía hacerse sin que nadie lo notara. Y creo  que lo logró.

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