El Museo del Prado ofrece una excepcional oportunidad para redescubrir a este pintor flamenco del Barroco: Peter Paul Rubens (Sietgen, 1577- Amberes, 1640). Se trata de la muestra Rubens, pintor de bocetos, que permanecerá en la pinacoteca madrileña hasta el 5 de agosto.
Fue uno de los pintores más polifacéticos de su época, e incluso de todos los siglos. De gran éxito artístico, social y económico, además de pintor y decorador fue embajador, actividades todas ellas que le permitían un gran conocimiento de la esfera tanto artística como política.
Como pintor de grandes temas, de cuadros de enormes dimensiones, grandilocuentes y muy barrocos, contó con la colaboración de un taller que le servía para completar su ingente producción. Esto hizo que su obra fuera muy abundante, de temática muy diversa: mitología, religión, historia, retratos y pintura de género (en especial de caza y animales).
Son composiciones de un colorido exuberante, aprendido de los maestros venecianos, Tintoretto, Veronés, Tiziano, cuya obra conocería en sus numerosos viajes por los Países Bajos, Italia y España.
Se observa en su obra un especial cuidado por la composición, a base de diagonales muy barrocas y un afán de representar el cuerpo humano, tanto femenino como masculino, aprendido de su admirado Miguel Ángel.
Todas sus obras muestran una sensibilidad artística de primer orden, un gusto por lo teatral y por la riqueza tanto de formas como de calidades, todo ello proveniente de una esmerada educación clasicista y católica a cargo de su padre, Jan Rubens. Los ocho años de estancia italiana, en Mantua, le hicieron profundizar en el estudio del arte clásico y renacentista que ya empezó con diferentes maestros en los Países Bajos (sobre todo Otto van Veen).