De Caravaggio a Bernini: para amantes del Barroco. Palacio Real. Madrid. 7 junio-16 octubre 2016
Patrimonio Nacional ofrece una magna exposición en el Palacio Real de Madrid, en la que recoge una serie de pinturas y esculturas, del llamado “Seicento” italiano, procedentes de las colecciones reales.
De Caravaggio a Bernini es el sugerente título de la muestra, comisariada por Gonzalo Redín, y patrocinada por la Fundación Banco Santander, que pretende dar a conocer obras que de otra manera no llegan al gran público. Los organizadores resaltan la gran labor de restauración que se ha llevado a cabo en muchas de las obras.
Según se va avanzando por las salas no se sabe muy bien a dónde mirar debido a la selección de obras tan completa de las distintas tendencias del barroco italiano, y de otros autores ligados a él. Desde Bolonia a Roma, desde Roma a Nápoles, pasando por Caravaggio y El esplendor barroco, y por la huella de Bernini, Ribera, Le Brun y hasta Velázquez.
Así el clasicismo de los Carracci o de Guido Reni asombra por su luminosidad y por la complejidad de las composiciones, llena la retina de vivos colores, y de juegos con el espacio casi imposibles, a base de barrocos puntos de vista que inquietan al espectador, como en La conversión de Saulo. Sorprenden otros pintores poco representados en España como Charles Le Brun y su impresionante Cristo muerto llorado por los ángeles, o Federico Barocci, con La conversión de San Andrés y San Pedro.
La tendencia naturalista de la pintura barroca, tiene su gran exponente en Salomé con la cabeza del Bautista, obra de Caravaggio, si duda el gran imán que atraerá numeroso público (la obra mejor conservada del artista en España). Al entrar en la sala, la mirada cobra vida propia y se dirige a esos rostros que contraponen la juventud de Salomé y la ancianidad de su madre, Herodías, que observa casi ausente, la trágica escena. Asimismo la luz teatral que ilumina la cabeza del Bautista contrasta con la tenebrosa penumbra de la que emergen con tanta fuerza las figuras.
Salomé y la cabeza del Bautista. Caravaggio. 1607. Palacio Real
Son numerosas las obras procedentes de los Reales Sitios (el monasterio de El Escorial, el palacio de Aranjuez y palacio de La Granja de San Ildefonso), de José de Ribera, El Españoleto. De formación napolitana, deja su huella tenebrista en San Jerónimo en meditación, para aclarar la paleta en cuadros como el San Francisco recibiendo el estigma. Otra obra de Ribera, Jacob y el rebaño de Labán, resalta por esa mezcla de realismo muy español, pero de oficio italiano.
La tunica de José, de Velázquez, es otra de las grandes aportaciones de la exposición, cuadro que hace pareja con La fragua de Vulcano, pintada a la vuelta de su primer viaje a Roma, y que muestra al Velázquez más italiano.
La escultura tiene gran protagonismo en la exposición, bustos de mármol, crucifijos, piezas exquisitas de bronce, plata, y marfil con los que agasajaban los embajadores a la Corte real española de tiempos de Felipe IV. Destaca El Cristo Crucificado de Bernini, en bronce, en la línea más clásica de su autor, dentro de la delicadeza de líneas y del realismo más barroco. Se trata de la única obra del escultor y arquitecto italiano que se encargó para fuera de Italia, destinado a presidir el Panteón Real del Monasterio de El Escorial, y que fue apartado por otra obra de menor calidad.
Esta exposición supone un adelanto de lo que se podrá ver en el recién construido Museo de las Colecciones Reales (edificio realizado sobre un proyecto de Emilio Tuñón y Luis M. Mansilla), que retrasará su apertura al menos dos años más, según los responsables.
La exposición De Caravaggio a Bernini fue inaugurada por los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, el 7 de junio y permanecerá abierta hasta el 16 de octubre.
Anap.
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