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EDADES DEL HOMBRE 2018: Mons Dei. Aguilar de Campoo, hasta el 18 de noviembre.

La nueva edición de las Edades del Hombre no podía haber elegido con más acierto su sede: Aguilar de Campoo, en plena montaña palentina. Con el nombre de Mons Dei se continúa la tradición de estas exposiciones de aunar Fe y Cultura, y se profundiza en el significado de la montaña, de fuerte carga simbólica en la iconografía cristiana, pero también en el resto de las religiones.

 

Aguilar de Campoo despliega esta muestra de arte sacro en dos iglesias, Santa Cecilia, a los pies del castillo, y la Colegiata de San Miguel, en pleno centro de la ciudad. Se aúnan así, no sólo Fe y Cultura, como hemos mencionado, también naturaleza, historia y tradición, en torno a la figura de la montaña,como meta, como lugar para alcanzar la perfección, como punto de encuentro de los hombres con sus divinidad.

El entorno natural es imponente, pero también lo es estar en pleno corazón del románico palentino, donde abundan los ejemplos de esa religiosidad medieval que hizo que el hombre se acercara a Dios por medio de estas magníficas construcciones.

Un acierto de la muestra es proponer un acercamiento a este románico, por medio de una serie de rutas a través de los pueblos de la zona, donde haya restos románicos. La propuesta se denomina Ecclesia Dei. Una invitación a recorrer el entorno y así descubrir los numerosos templos románicos y los paisajes de la montaña palentina

Todo ello supone una apuesta cultural de calidad, para recorrer el norte de la provincia de Palencia que nos permite dejarnos sorprender por el románico de estas tierras.

Y una ocasión para acercarse a Santa María la Real, monumento restaurado y homenaje a la conservación, y respeto al patrimonio tan rico que tenemos en España.

Santa CeciliaSanta Cecilia Mons Dei onlyartravel

En la falda de la montaña que cobija a Aguilar de Campoo, y a los pies del castillo, se alza esta pequeña iglesia románica, Santa Cecilia, construida en los siglos XII y XIII, por lo tanto románico tardío como toda la zona, aunque, debido a derrumbamientos, el ábside central es posterior.

Reúne las obras de los dos primeros capítulos de la muestra Mons Dei, por tanto hay que comenzar peregrinando por la cuesta que nos lleva a la iglesia y en nuestro ascenso llama la atención la esbelta torre cuadrada, de tres cuerpos, con ventanas de medio punto abocinadas en los cuerpos superiores. Es, junto con el presbiterio, la parte más antigua de la construcción, del siglo XII. Se trata de una iglesia de tres naves, de material pobre, arenisca, excepto la cabecera que es de sillarejo.

Levanto mis ojos a los montes es el primer apartado que nos explica la guía local y descubrimos que la montaña es un símbolo para todos las religiones: desde un guerrero mochica, haciendo alusión a las culturas precolombinas de los Andes; el monte Fuji, de gran contenido simbólico para los japoneses y el sintoísmo; montañas sagradas de la India, y de China, en unas piezas curiosas, que dan un toque universal al sentido de la montaña como lugar sagrado.

En este pequeño espacio, y colocado con gran acierto expositivo aparece el siguiente capítulo: Del Sinaí al Santuario, en el que Moisés se convierte en el protagonista, junto con otros personajes del Antiguo Testamento, como Abraham y Josué.

Entre las obras seleccionadas para la muestra destaca la decoración interior de la iglesia, en concreto los relieves de los capiteles historiados. Uno de ellos, magnífico, La Matanza de los Inocentes, a cargo del rey Herodes y de los soldados ataviados con cota de malla, y en segundo plano, las madres desesperadas ante el cruento castigo. En otro capitel aparece El sacrificio de Isaac y La venta de José, de factura menos perfecta que el anterior. Son una muestra muy significativa del tardorrománico de la zona, y están acompañados de otros capiteles adornados con animales fantásticos y motivos vegetales, que convierten a este templo en digno de visitar, en cualquier momento del año.

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Colegiata de San Miguel

En la céntrica Plaza de España se alza la colegiata de San Miguel. Es el centro de la ciudad, un lugar de encuentro, bullicioso y amable. Se trata de una construcción de posible origen visigodo, reedificado, básicamente es un edificio gótico del siglo XIV, aunque de trazas románicas y con añadidos posteriores como la esbelta torre de austero estilo herreriano, pero de época barroca, visible desde toda la ciudad.

Este templo alberga el resto de los capítulos de Mons Dei, de los siete totales, en un montaje que conduce a los visitantes por caminos a modo de laberinto.

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La nubecilla del Carmelo, que reparte protagonismo entre el profeta Elías en un cuadro barroco de Antonio de Pereda, y la Inmaculada Concepción, un obra de Alonso Cano y otra de Sánchez Cotán, como obras de calidad y renombre. Pero no pasan desapercibidas unas vírgenes románicas, entronizadas, anónimas, como Nuestra Señora del Brezo, conteniendo la religiosidad tardomedieval en su rostro inexpresivo pero cagado de solemnidad.

La montaña acompaña a Jesús en muchos momentos esenciales: Cristo, el monte de Salvación, es el capítulo que lo sitúa en el Sermón de la montaña, en el Monte Tabor, en la oración en el huerto, y en el Calvario, ya crucificado. Quizás la obra que más llama la atención por su calidad sea La Oración en el Huerto de Juan de Flandes, artista favorito de Isabel la Católica. El estudio del espacio, de la perspectiva y de los rostros de los apóstoles dormidos es ya de una obra que escapa del estilo gótico para entrar de lleno en el Renacimiento tardío español.

Tres cristos crucificados en el Calvario llaman nuestra atención, y en ellos podemos ver la evolución del arte y del tema iconográfico a través de los siglos, pues uno es del siglo XVI, con la delicadeza del Renacimiento;  otro, magnífico, de Manuel Pereira, naturalista y contenido a la vez, barroco del siglo XVII; y otro de Victorio Macho, ya contemporáneo, que invita a la devoción a pesar de su modernidad.

Una ciudad puesta en lo alto de un monte, es el título del siguiente capítulo. En el centro de la sala, una curiosa pila bautismal, románica, procedente de Burgos, que muestra la representación de una ciudad. Los apóstoles son los protagonistas de esta zona, destacando la escultura de los cuatro evangelistas de madera de nogal del taller de Felipe Bigarny, obra renacentista y lo óleos también renacentistas de los profetas.

La subida al monte de la perfección recurre a la obra de San Juan de la Cruz, que escribió sobre el ascenso de los cristianos a través de una escala celeste, que va cubriendo esas etapas en las que el cristiano va adquiriendo la perfección. La escultura de Venancio Blanco, recientemente fallecido, representando el misticismo de San Juan de la Cruz, preside la sala. Una sala repleta de alusiones a la Vanitas, los vicios que debe superar el hombre, y el arrepentimiento, protagonizado por María Magdalena (nuevamente una magnífica tabla de Juan de Flandes) y Santo Tomás.

Es en el último capítulo, Preparará el Señor para todos los pueblos en este monte un festín…, donde nos sorprenden con nombres universales de la historia del arte español. Así podemos disfrutar de un cuadro de Goya (tan poco dado al tema religioso, representa a San Bernardo), uno del Greco (San Sebastián , de sus primeros años en España), o una talla de Gil de Siloé (Santa Catalina, que viene de la Capilla del Condestable de la catedral de Burgos) o de Gregorio Fernández, así como de una pequeña tabla de Pedro Berruguete, con sus clásicos dorados,representando al Salvador Bendiciendo.

Una buena despedida para los amantes del arte, pero también broche de oro para comprender esa unión de Fe y Cultura que ha habido siempre en el arte español.

Santa María la Real

Gracias a la Fundación Santa María la Real se ha podido recuperar el conocido como “convento caído”, el Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. Ya a la salida del pueblo se encuentra este monasterio que se hallaba casi totalmente derruido hasta los años sesenta del siglo XX. Han recuperado, restaurado y dado vida al edificio en forma de un Instituto de Educación Secundaria y un Museo, ROM.sant maría la real Aguilar de Campoo Onlyartravel

En el siglo XII, Alfonso VIII cede este lugar a los monjes premostratenses. Su etapa de esplendor finalizará con el crítico siglo XIV, que además de peste, trajo a estas tierras, sobre todo guerras. Posteriormente el monasterio pasa a manos de los jerónimos, y será desocupado a raíz de la Desamortización de Mendizábal en 1835.

Los denominados monjes premostratenses, de recorrido milenario, han dado paso a las nuevas generaciones que aprenden en un lugar que les enseña a valorar, y cuidar su patrimonio.

De la mano de José María Pérez, Peridis, comienza en los años setenta del siglo XX la recuperación del edificio. En la actualidad es un centro referencia de la zona para la educación de los jóvenes, gracias al instituto que alberga y las Escuelas Taller y Talleres para el Empleo que organiza.

Y una referencia en el Románico Palentino, gracias a ser el centro de interpretación del mismo, con una librería muy bien surtida,y un recorrido a cargo de los guías, muy interesante.

Santa María la Real claustro. Onlyartravel

Santa María la Real claustro. Onlyartravel

 

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Comentarios (1)

  • Avatar

    Pedro

    |

    Un artículo de arte tiene que ser una invitación a recorrer la obra, en esta ocasión, apetece recorrer no sólo la propia exposición, sino adentrarse en la montaña palentina siguiendo los vestigios de un arte tan rural y auténtico como el romanico
    Un delicia de srticulo

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