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CHILLIDA LEKU: El sueño de Chillida hecho realidad.

Un  nuevo viaje no necesita  muchas excusas para llevarlo a cabo, no hace falta más que esa inquietud que caracteriza al viajero, y las ganas de recorrer lugares sugerentes que calmen un poco su curiosidad y su sed de nuevas experiencias de todo tipo. Si además el destino es  el País Vasco, mucho menos, magníficos paisajes de interior y de costa, una suculenta gastronomía, una oferta cultural casi inabarcable, caminos por los que perderse,  todo ello para que nuestros cinco sentidos se vean colmados y deseen repetir.

Si  al destino de lujo mencionado añadimos  un objetivo: seguir las huellas de algún artista,  la motivación es todavía mayor. La emoción de elegirlo,  de preparar la ruta unas semanas antes, de buscar las  obras que quieres disfrutar y planear el recorrido, las paradas, intuyendo que los días no van a ser suficientes para ver todo lo que se quiere (con un ritmo pausado para disfrutar del viaje, claro).

Y si el nombre al que queremos hacer homenaje es Eduardo Chillida, ya lo tenemos todo completo. Solo hay que ir buscando su legado a lo largo de nuestro recorrido, sabiendo que el volumen de su obra es ingente y no podremos llegar a todo, de momento. Será una obra entroncada en la escultura contemporánea que aparecerá todo el recorrido: no solo Chillida, también Oteiza, Basterrechea, Lucio Muñoz.

Todos estos artistas se encuentran reunidos en el primer destino,  el Santuario de Aranzazu, en el valle de Oñate, a continuación nos dirigimos a conocer el sueño de Chillida (y el mío por poder ir) , Chillida leku, para terminar en la Bahía de San Sebastián, a los pies del monte Igueldo, en su famoso Peine de los vientos y del monte Urugull con la Construcción Vacía de Oteiza.

La visita al  impresionante valle de Oñate y su santuario, requerirían otro artículo detallado. Allí nos deleitamos con las puertas de hierro de la basílica encargadas a Chillida , hecha con chatarra y desechos industriales de hierro, cogidos en el puerto de Zumaia, donde comenzamos a entender el amor del escultor por este material, trabajando en una forja de Hernani:

” Quise unir el símbolo de pobreza al trabajo hecho para una basílica de la orden franciscana, para comulgar con el espíritu de San Franacisco, un ser maravilloso. Y usé el círculo de simbología solar en homenaje a su Cántico al sol” .

 Nuestro primer contacto con la obra de Chillida son estas puertas,  y ya nos hablan de cómo es él: sobrio, racional y abstracto. Formadas por un collage metálico de líneas horizontales y verticales, geometría pura, que se pudo terminar sin ningún problema con la censura  propia de la España de los años 50. Son una escultura en sí, no unas puertas donde se pusieran esculturas.

Puertas Chillida. Aranzazu. Onlyartravel

(Acompañan a estas puertas,  alzándose en la fachada sobre ellas, no en ellas,  Los apóstoles y  la Virgen,   de Oteiza y en  el interior no cabe más emoción  que descubrir al fondo el ábside labrado en madera de Lucio Muñoz….pero ya he mencionado que eso es otro capítulo.)

Los nervios comienzan al día siguiente camino de Chillida leku, a diez kilómetros de San Sebastián, escondido en una pequeña carretera. Y comenzamos a convencernos, en este bosque de esculturas, que más que obras, Chillida crea lugares, en los que envolverse de sus volúmenes y de sus vacíos. En los que sentir una emoción de la que nadie puede librarse. Recordando las palabras: ” Una vez soñé una utopía, encontrar un  espacio donde pudieran descansar mis esculturas  y la gente caminara entre ellas como un bosque”. Había encontrado el lugar idóneo, el caserío Zabalaga  y su entorno, para realizar su sueño.

Chillida-Leku Onlyartravel

 

La guía nos recibe y va dando pistas que ya nos suenan familiares, sobre la vida de Eduardo Chillida Juantegui,  que nació y murió en San Sebastián,  vivió y disfrutó en su tierra  y  viajó y  asombró al mundo entero. Vivió 78 años (1924-2002) la mayoría de los cuales se dedicó a llenar  espacios de vacío, así lo denominaron en ocasiones, el arquitecto del vacío. Hombre de gran formación intelectual (su obra está rebosante de filosofía, matemáticas, biología, poesía e incluso música, su adorado Bach)  había comenzado siendo portero  de la Real Sociedad (lo deja por una lesión),  terminó abandonando la carrera de arquitectura, (“Yo tenía mis ideas y mis maneras de entender la arquitectura. Dije,¡basta, estoy harto! Y lo dejé” ) para estar el resto de su vida rodeado de la tercera dimensión, de materiales y huecos que él estudiaba con todo detenimiento para convertirlos en obras maestras de la escultura.

Desde el espacio, con su hermano el tiempo, bajo la gravedad insistente, sintiendo la materia como un espacio más lento, me pregunto con asombro sobre lo que no sé. Trabajo para conocer y doy mayor valor al conocer que al conocimiento. Creo que debo de tratar de hacer lo que no sé hacer, intentar ver donde no veo, reconocer lo que desconozco, identificar en lo desconocido. (…) Las cosas que no conozco son la base de mi obra y de mi vida”.

El recorrido nos irá dando las pistas para conocer tanto al hombre como al artista,  inseparable de la figura de su mujer, Pilas Belzunce, con la que se casa en 1950, que gestionará y llevará todo lo referente a su obra, además de una familia de ocho hijos…Antes de casarnos me dijo: “Pili, nunca dejes que yo ponga en el mismo lugar el dinero y el arte. No tienen nada que ver el uno con el otro. Pero claro, empiezas a tener uno, dos, tres, cuatro y hasta ocho hijos, teníamos que vivir…

 Hombre austero, de profunda fe, el tema de la cruz es muy recurrente en su obra ” lo más importante del cristianismo“, decía, y lo consideraba también símbolo de la paz, como podemos ver en varias obras del museo al aire libre (me viene a la mente   El homenaje a San Juan de la Cruz, del Museo Reina Sofía). Su obra es un continuo homenaje, al aire, a la luz, a la paz, a Newton, a Balenciaga, Fleming, cada uno por una razón de peso. a Bach (La casa de Bach), a la mar, a su admirado Hokusai (casa de Hokusai)., a Braque…

Chillida irá a París a finales de los años 40, admirando la escultura arcaica griega del Louvre y donde entablará contacto con Picasso y Palazuelo  y también con los escultores, Julio González, Giacometti,  y Brancusi. El yeso y la terracota serán los primeros materiales que experimenta, sin darle ninguna satisfacción. no le llena la figuración ni la claridad del yeso. Sentía que la luz del Mediterráneo era blanca, pero la luz del País Vascoera oscura, negra, y precisaba de otros materiales. Para expresarse va eligiendo la madera, el hierro, el acero, el granito. También trabajará otros materiales como la tierra chamota , y el alabastro, Elogio a la luz) .

“Más allá de la materia y la forma, lo que quiso expresar Chillida a través de sus obras fue una concepción ética, mística y trascendental de la existencia”.

“Cuando yo dejé la carrera de arquitectura fui al taller de un escultor que me dio barro para modelar, pero esto nunca me ha gustado y sigue sin gustarme. Después de muchos años de no tocar la tierra vi cómo –en Saint Paul de Vence, donde he realizado muchos de mis grabados- un ceramista preparaba bloques de tierra que no se parecían en nada a la tierra que yo conocía. Lo que aquel ceramista preparaba era la chamota, mezcla de tierra y de tierra cocida y pulverizada, lo que le da una mayor consistencia y un toque distinto”.

Será el trabajo del hierro, nos sigue contando la guía, en una forja de Hernani, la  de Manuel Illarramendi, el que  comenzará a llenarle, e iniciará proyectos siguiendo la tradición de los maestros herreros vascos. A partir de entonces  abandona la incipiente figuración de sus primeras obras, para comenzar la tendencia abstracta que le acompañará de por vida,  huye de la imitación de la naturaleza, siempre en busca de la creación y la invención. Su obra tendrá relación con la arquitectura constructivista, y también con el cubismo.

Continúa nuestro paseo por el sueño de Chillida, sin saber donde detener la mirada,  que hizo  realidad en el año 2000,  Chillida-leku  significa casa de Chillida, en un viejo caserío  del siglo XVI, Zabalaga, adquirido por Eduardo y Pilar quince años antes, rodeado de prados y bosques. Un lugar fijo para su obra, el último legado de este artista universal que murió 2 años después (Pilar muere en 2015,  las cenizas de ambos están bajo un magnolio, cerca del caserío).

Coincide un día nublado,  de norte, cuya luz acentúa los verdes más si cabe, el rosa del granito, las texturas del acero y el hierro, lo que contribuye a aumentar  la emoción. Naturaleza y arte, aquí toma sentido la relación de la obra de Chillida con el entorno, su interdependencia, en este paraíso que convirtió en su propio museo.

Chillida leku

Y nos siguen hablando del escultor vasco que nos ha reunido en torno a su obra. Comienza el reconocimiento internacional en los años 50, París, Londres, Nueva York, Chicago, Bienal de Venecia, y se instala definitivamente en España para llevar a cabo su labor escultórica. Su obra la llevará  la mejor galería de París, Maeght (que llevaba a Braque, a Miró, a Chagall, a Giacometti, a Madame Kandinsky).

Cuenta Pilar en una entrevista, ya viuda: Maeght me enseñó que no había que tirar nunca ningún dibujo. “Los artistas buscan la perfección”. Así que rescataba todo lo que Eduardo tiraba a la papelera, por mucho que dijera que lo bueno es enemigo de lo óptimo. Toda la obra es válida para entender la trayectoria de un artista.

Siempre presente la figura de Pilar,  mientras observamos con detenimiento El peine de Pili ( se lo pidió después de construir el más famoso de la bahía donostiarra) y  Homenaje a Balenciaga, modisto vasco, amigo de la familia.

el peine de Pili.Chillida. Onlyartravel

Más de cincuenta años de vida creativa, explorando materiales, si le interesaba uno  no paraba hasta conseguirlo, y así fue a la India a buscar granito rosa para muchas de las esculturas que nos encontramos (Lo importante es el aire, aludiendo a versos de su amigo Jorge Guillén). Experimenta con el acero corten, que tanto le gustaba por estar vivo, en la forma de envejecer, y que es el material más frecuente en Chillida leku.lo importante es el aire. Chillida Onlyartravel

En su obra se intuyen todos los  conceptos que explora Chillida, opuestos para algunos, complementarios para él:  todo es volumen y vacío,  tienen límites físicos y a la vez son infinitas,  con sus formas imperfectas. Todo gira en torno a tres preocupaciones, al espacio, el vacío y el límite. Son obras austeras, abstractas, totémicas, monumentales, siempre en armonía con el entorno. Y no es pura teoría, lo vamos comprobando en nuestro paseo.

El artista crea paralelamente una imponente obra gráfica, esencialmente grabados, en los cuales pone de relieve el color blanco y el negro, la oposición entre lo vacío y lo lleno, que podemos ver en el caserío Zabalaga, junto con obras de Tapies. Eduardo Chillida y Antoni Tapies fueron grandes amigos que coincidieron en muchas ocasiones y en el uso de materiales parecidos (como la tierra chamota). 

…extraordinario paralelismo existente en las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX. Las biografías de Antoni Tàpies y Eduardo Chillida guardan varios puntos en común y presentan itinerarios paralelos que convergen en diversos momentos históricos y creativos. 

(Nos enteramos así que el logo del Museo Reina Sofía es obra de Chillida).

Piezas monumentales y la casa inglesa completan nuestras tres horas de disfrute por el Chillida leku. Cuesta abandonar este paraíso que junta a personas de todos los países en busca de la sensibilidad y rotundidad de la obra de Chillida. Una se marcha pensando que tiene que volver, hay que seguir camino  a la capital donostiarra.

La instalación en 1977 al final de la Playa de la Concha de San Sebastián El Peine de los vientos (“el mar tiene que entrar en San Sebastián ya peinado”, decía Chillida), supone la creación de otro lugar, más que una escultura, en el que la naturaleza interviene como un elemento más, el viento, el agua, la luz. Un lugar que parece modelado todo a la vez, incluyendo la obra de Chillida, que sobrecoge,  y que se ha convertido en lugar de peregrinación, y parece imposible disfrutar en silencio y soledad.

1977_E.Chillida-en-el-Peine-del-Viento_Onlyartravel

En ese mismo entorno de la playa de la Concha, ya con sol, encontramos otro homenaje de Chillida, en este caso a Fleming, contemporáneo suyo y padre de la penicilina, como forma de agradecimiento. (Completa el recorrido por la escultura contemporánea con la Paloma de la paz de Basterrechea y la Construcción Vacíade Oteiza a los pies del monte Urgull.)

Seguimos indagando sobre la trayectoria posterior de Chillida y sabemos que en los años 80 se especializa en piezas monumentales en espacios públicos y de hormigón, de nuevo creando lugares donde se junte obra y entorno (nos quedamos con las ganas de acercarnos a Gijón para contemplar Elogio al horizonte  y al parque barcelonés  a deleitarnos con Elogio del agua).A Chillida le ha preocupado siempre  la relación del hombre con la escala, sobre todo en estas grandes obras de entorno público, como pasa en el Homenaje a la paz en  Guernica (que tendrá que esperar al próximo periplo). o La casa de Hokusai  en Japón, en el monte Hakone, frente al Fuji, que no logró terminar. Sus esculturas toman la calle, salen del tradicional encierro de los museos (ya en Madrid disfrutamos de La sirena varada, que iremos a visitar a la vuelta, como homenaje.) El viaje se termina, la obra, el sueño de Chillida, no.

Cumplió un sueño, Chillida Leku, y dejó otro sin conseguir: Tindaya, en Fuerteventura. Su proyecto, rechazado por cuestiones políticas y acusaciones de ecologistas, consistía en crear un espacio nunca antes logrado, una montaña vacía,  (Mendi Huts, 1984). El artista diseñó una utopía, “un epílogo de la nada”. Quería vaciar el interior de la montaña de Tindaya, tallar la montaña,  para dejar entrar a los hombres de todas las razas y credos, como un homenaje a la tolerancia. La falta de presupuesto y la opinión pública adversa acabaron con este proyecto, del que pensaba Chillida que, lejos de dañar el ecosistema, protegería la montaña, y serviría incluso para que los visitantes estudiaran las capas de la tierra.

Con este proyecto inconcluso terminamos recorriendo la costa vasca, en busca del mar, los valles  y los bosque que inspiraron a Eduardo Chillida,  para muchos el mejor escultor  de la segunda mitad del siglo XX, heredero de la tradición de Julio González, Picasso o Brancusi, ha recibido multitud de reconocimientos, premios y condecoraciones y realizado exposiciones por el mundo entero y el mejor homenaje que le podemos rendir para agradecer su legado, es disfrutarlo y difundirlo

 

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NOTA: PARA SEGUIR DISFRUTANDO….adjunto el link de un programa de la serie IMPRESCINDIBLES de RTVE sobre Chillida.

https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/imprescindibles-profundo-aire-chillida/3743068/

 

 

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