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Georges de la Tour, luz y penumbra en el Museo del Prado

EL MUSEO DEL PRADO  (23 febrero-12 junio 2016) organiza una cuidada exposición dedicada a Georges de la Tour, pintor del barroco francés, muy desconocido por avatares de su propia historia y de la historiografía del arte, ya que fue descubierto sobre todo, desde principios del siglo XX, por  Hermann Voss, historiador del arte alemán. Al entrar en la sala del Museo se percibe cómo  la luz y la penumbra no solo caracterizan la obra de Georges de la Tour, sino que sirven de guía a través de las salas en las que  se exponen sus obras. Una luz más intensa para los cuadros de una primera etapa, más luminosa y colorista, con escenas diurnas. Y una penumbra muy conseguida para sus obras de iluminación nocturna. La obra de Georges de la Tour es muy escasa, alrededor de cuarenta cuadros reconocidos,  por lo que la muestra, que reúne una treintena de ellas, es un momento excepcional para ver casi completa su obra. La exposición, comisariada por Andrés Úbeda, permitirá, pues,  un acercamiento a este pintor francés tan desconocido, cuyas obras se han atribuido en ocasiones a la escuela española del siglo XVII, Murillo,  Zurbarán, Maíno…o a la escuela caravagista de Utrecht.
San Jerónimo leyendo

San Jerónimo leyendo una carta. (h.1625-30) Instituto Cervantes, cedido al Museo del Prado

El ciego tocando la zanfonía

Ciego tocando la zanfonía.( h. 1620-30). Museo del Prado

Para conocer  y entender la obra de Georges de la Tour (Vic-sur-Seille, 1593, -Lunéville, 1652) representante francés del naturalismo y tenebrismo barroco, nos debemos situar en su lugar de nacimiento,  del que apenas se alejó y donde murió: el ducado de Lorena.  Por aquel entonces era un territorio independiente y muy codiciado, por lo que sufrirá continuas disputas y conflictos entre Austria y Francia. La Guerra de los Treinta Años y  continuos saqueos e incendios, hicieron desaparecer parte de su obra. El pintor lorenés  procedía de familia humilde, pero su matrimonio con Diane Le Nerf, hija del tesorero del duque de Lorena, le aseguró el apoyo de la corte ducal, e incluso del rey de Francia,  Luis XIII,  y de Richelieu. Hay en todos sus cuadros un interés por las clases bajas, por entonces muy castigadas por las guerras: rufianes, mendigos y tramposos, a los que sin embargo, dignifica en todo momento, a través de sus vestimentas y de sus actitudes. No se sabe si viajó a  Italia, pero su obra pictórica es de clara influencia de Caravaggio y de pintores flamencos , por lo que posiblemente estuvo en  Roma y en Utrecht, donde conocería la obra de los maestros tenebristas. Sus obras se limitan a la temática de género y a la religiosa. Fue un pintor de gran éxito durante su época, pero  cayó en el olvido hasta los inicios del siglo XX, como apunta Antonio Muñoz Molina en uno de sus artículos dedicados al arte,  tan certeros y sugerentes: Georges de la Tour, (…) desapareció en un anonimato doble, porque su nombre se olvidó  y la mayor parte de sus cuadros se perdieron, y los pocos que había en los museos eran atribuidos a otros pintores, a Zurbarán, a Caravaggio, incluso a Velázquez…, ( Georges de la Tour en su penumbra. El País, 9 de setiembre de 2009) La exposición se organiza  de manera cronológica, aunque sólo tres de ellos se encuentran fechados actualmente. Se observa una evolución desde sus cuadros de juventud, algunos torpemente resueltos todavía,  más luminosos,  con luz diurna y mayor cromatismo. Son temas y tipos repetidos y recurrentes, donde destaca un gran detallismo. Reciben al visitante unas escenas cotidianas (La riña de músicos, Los comedores de guisantes), protagonizadas por personajes de la sociedad del momento. Campesinos, mendigos, músicos callejeros, mujeres elegantemente ataviadas, o tramposos que también destacan por su costosos ropajes. Se trata de cuadros que sorprenden por su detallismo y colorido,  y por la falta de espacios concretos en los que ubicarse, característica propia del tenebrismo  (Un viejo, Una vieja).  Destacan las dos versiones de El tramposo, y sobre todo La buenaventura, todos ellos muestra de la picaresca de la sociedad del siglo XVII, a través de gestos, miradas y una minuciosa descripción de las vestimentas de los protagonistas. Quizás en esta parte de la exposición es donde se encuentre su estilo más propio.
Georges_de_La_Tour el tramposo del as de diamantes

El tahúr ( o El tramposo del as de diamantes). (h. 1625). Museo del Louvre

Según se avanza por la exposición comienza a predominar la penumbra, apenas interrumpida por la luz de las velas que aparecen en los cuadros del pintor francés como única fuente lumínica. Destacan La Magdalena penitente, en sus dos versiones que hablan de la redención y el arrepentimiento,  y San José carpintero, con un contraste muy barroco entre las dos edades, la ancianidad y la niñez. Georges de la Tour se especializa en escenas nocturnos, iluminados todas ellos por una luz  procedente de una única vela, cada vez más difusa, en unas escenas casi monocromas donde el detalle ha desaparecido. Los  temas religiosos o de género a veces no se distinguen debido al naturalismo que le caracteriza, y al afán de acercar la religión al pueblo, de modo que El recién nacido bien puede ser una pintura de género o representar la Natividad, protagonizada por la Virgen, el Niño y Santa Ana.
Georges_de_La_Tour_-_Newlyborn_infant_-_Musée_des_Beaux-Arts_de_Rennes

El recién nacido ( h. 1645). Museo de Bellas Artes. Rennes

Georges de la Tour morirá junto a su esposa en una epidemia de peste en Lunéville, en 1652, a los 58 años de edad. Uno de sus hijos,  Etienne, será también pintor. Esta exposición, en la que han contribuido prestigiosos museos de Europa y Estados Unidos, supone un merecido homenaje a una figura casi olvidada. Anap. onlyartravel

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